Todo da vueltas a un ritmo vertiginoso. Es difícil saber si somos nosotros los que estamos quietos mientras el mundo se mueve o es el mundo el que está paralizado y somos nosotros los que nos movemos. Así debe de ser la felicidad. Una blanca invasión de sentimientos perfectos que conquistan la cima de los sueños mientras dormimos.
Y aparecen extraños seres que nos hablan de otros horizontes lejanos en los que las palabras pueblan los pensamientos más puros. En el universo real eres real y en el imaginado apareces lleno de colores y sonrisas. Un día vienen a vernos amigos olvidados en las maletas para contarnos que siguieron su camino sin nosotros, y nosotros sin ellos seguimos un rastro de amor y odio que nos muerde cuando lo alcanzamos. Mientras dormimos puede que soñemos imposibles. Mientras soñemos es posible que sigamos vivos. Mientras vivimos, a veces sólo necesitamos saber que la duración de un día depende de la intensidad de nuestros sueños.
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Agosto 2018
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