Te siento. Lo saben los astros y la piel. Te muerdo. Me muero de hambre y te lo hago saber. Sólo el viento puede volar a expensas del tiempo. Ahora desapareces, te busco. Después insistes, te haces pequeño, mortal. Más tarde arañas la fortaleza artificial con uñas de niño que sangra. Corazón de piedra que bucea hasta el fondo y encuentra el antídoto. Respiro. Me lleno de almas, expiro los cuerpos. Planeo sin contornos y rasgo las nubes El puente se alza, sinuoso y templado. Acaricia la orilla que calma de miedo. Me rozas: me elevo. Me vuelvo y no huyes. La verdad es la cárcel de hielo que quema. La cínica sombra que apaga la luz del presente. Se marchitan poemas de luna y galaxias. Sollozan los lirios porque existo sin ser Yo Ya nunca rezo al Dios de los salvajes. Mi madre no lo sabe. Me pasas el dedo por los ojos, de azules perpetuos, de azules grisáceos Tú. Saludo y sonrisa al doblar esa esquina, de amor y de odio. Te empujo. Te grito. Te reto. Golpeo con palabras tu pecho que se abre entre muros, para mostrar un mundo hecho de lánguidos recuerdos que licuan el deseo. Deseo que ojalá. Deseo que seas nada. Deseo decirte escapa. Resuena con fuerza el toque de queda emocional. Deseo más que nunca la palabra que cuelga suspendida en un nombre.
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Hoy es cuando me desentiendo. Hoy he vuelto a esperar de ti en balde una sonrisa, un gesto, una flor, un verso endecasílabo, un hola, una vuelta más… Quizás todo este tiempo te he sobrevalorado. Te siento extrañ@, distante, altiv@, arrogante, cobarde, hipócrita y voluble. No, puede que me recuerdes más a uno de esos muñecos hinchables que "bailan y saludan como idiotas", sin ritmo ni poesía, sin motivo aparente... A veces hay que llorar con ganas, para limpiarse por dentro y curarse con placebo de la Diógenes emocional. Pero otras veces es necesario elegir permanecer alerta, fijar la vista en un objetivo concreto, no parpadear y sostener las lágrimas inmóviles, suspendidas en el párpado inferior, al borde del precipicio, temblando de miedo. Y abortar el llanto. Porque hay momentos en los que más vale matarlo y empezar a rabiar. Por eso hoy es definitivo, concluyente, glorioso, tangible, inmenso, enfermo, hoy duele también, pero más que mañana. Prepárate, porque pienso mantener la vista al frente, las lanzas en alto, el corazón herido pero protegido por restos de varios naufragios, el alma descarriada como en un pinball, las manos como expresión última del iris, las piernas duras y dispuestas a rematar a patadas cualquier atisbo de debilidad. La música sin pausa ensordece los sentidos y mueve los cuerpos como en un trance alucinógeno que libera endorfinas. Y empiezo de nuevo. Es la guerra. Es la rabia. Es la vida. Hoy estoy… y mañana estaré. “Somos lo que pretendemos ser, así que elige bien lo que pretendes ser” Kurt Vonnegut (1922 – 2007) |
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Agosto 2018
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