Te siento. Lo saben los astros y la piel. Te muerdo. Me muero de hambre y te lo hago saber. Sólo el viento puede volar a expensas del tiempo. Ahora desapareces, te busco. Después insistes, te haces pequeño, mortal. Más tarde arañas la fortaleza artificial con uñas de niño que sangra. Corazón de piedra que bucea hasta el fondo y encuentra el antídoto. Respiro. Me lleno de almas, expiro los cuerpos. Planeo sin contornos y rasgo las nubes El puente se alza, sinuoso y templado. Acaricia la orilla que calma de miedo. Me rozas: me elevo. Me vuelvo y no huyes. La verdad es la cárcel de hielo que quema. La cínica sombra que apaga la luz del presente. Se marchitan poemas de luna y galaxias. Sollozan los lirios porque existo sin ser Yo Ya nunca rezo al Dios de los salvajes. Mi madre no lo sabe. Me pasas el dedo por los ojos, de azules perpetuos, de azules grisáceos Tú. Saludo y sonrisa al doblar esa esquina, de amor y de odio. Te empujo. Te grito. Te reto. Golpeo con palabras tu pecho que se abre entre muros, para mostrar un mundo hecho de lánguidos recuerdos que licuan el deseo. Deseo que ojalá. Deseo que seas nada. Deseo decirte escapa. Resuena con fuerza el toque de queda emocional. Deseo más que nunca la palabra que cuelga suspendida en un nombre.
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Hola!Si os gusta leer y no tenéis tiempo, éste es un rincón fantástico para lecturas rápidas. A mí me encanta escribir, así que, ¡genial! Archivos
Agosto 2018
Categorías |