Observa el vuelo submarino de una medusa, el silencio, el tiempo húmedo se cuela entre tentáculos que oscilan al compás de las corrientes. Casi no hay luz y su cuerpo de seda y tul baila y se desplaza al roce de corales y plancton sin intención concreta. Sólo vive, se impulsa con una elegancia que es innata, que hipnotiza y enciende la mirada de los depredadores. Arriba, el mundo seco fluye a velocidad de crucero; abajo, los sonidos que emiten las ballenas descansan en su umbrela sólo unos segundos antes de reanudar un viaje de ida y vuelta. A ras de fondo, ejércitos de anémonas esperan su caricia final. Nada teme la bailarina transparente de luz, nada advierte, pues no siente el peligro inminente tras disfraces de flor. A veces, el pulso de la vida congela el corazón y nos convierte en preciosos animales invertebrados con dientes de pétalos que acechan su alimento para sobrevivir. Y otras, sólo sabemos bailar entre los otros como medusas.
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Hola!Si os gusta leer y no tenéis tiempo, éste es un rincón fantástico para lecturas rápidas. A mí me encanta escribir, así que, ¡genial! Archivos
Agosto 2018
Categorías |