Hoy es un segundo más tarde que ayer, una décima de tiempo más que, perdido, pide auxilio desde un reino hostil. Hoy quizás pudiera haber sido el día en el que nuestras almas conectaran de forma sincrónica. Hoy, la bóveda celeste sigue siendo un espejismo más que un destino. ¿Ves la curvatura del horizonte desde tu terraza? Hoy nos miramos a los ojos y decidimos seguir mirándonos, un pacto tácito de viento y olas que recogen las aves migratorias para acunarlo en su mundo de aire. Hoy siento el perfume de mi memoria con sólo escuchar tres acordes de esa canción. Se desvanecen las paredes de aliento y bruma nocturna, intangibles pruebas de que existimos de verdad y no en sueños. Hoy quieres que los recuerdos sean evanescentes, pero son tan reales que casi rozan la indecencia. El día huye de la trampa del tiempo, quiere existir para siempre y sabe que es imposible, pero sueña con transformarse alguna vez en década. No corre una ligera brisa y bandadas de gaviotas sobrevuelan las tierras compactadas y blandas de los vertederos urbanos en busca de alguna causa justa. Porque hoy es un día cualquiera, uno más en el que nacen niños y mueren bandidos, surtido de silencios que cantan y de manos que besan, uno más que, especial, serpentea por nuestras rutinas como esperando enero. ¿Verdad?
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Agosto 2018
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