En tu última carta me preguntas qué tal me encuentro. Bien. Intuyo que mi vida será larga porque no soy brillante, porque ni siquiera me doy cuenta de si he alcanzado o no esa cima a la que cada cual quiere llegar. Tampoco sé si hay más de una, o una cada cierto tiempo. Me pregunto si sabré reconocer ese momento especial, apoteósico y único en el que todo es perfecto.
Quisiera saber si estaré a merced de una ráfaga de viento ocasional que me eleve a lo máximo de mí mismo o si los pequeños huracanes de mi existencia me darán más oportunidades de plantar la bandera en territorio inexplorado. Quizás esté exento de cumplir esa misión, dispensado del servicio por designios divinos o fuerzas sobrenaturales. Quizás ya sólo el hecho de sobrevivir a la certeza de vulnerabilidad que provocó en mí la treintena sea un hito en sí mismo, sin ornamentos, sin grandes aspavientos. Desconozco si hay una cumbre esperándome y es probable que dudar de su existencia sea la prueba que necesito para convencerme de que nunca la alcanzaría. Con todo, si alguna vez consigo cabalgar a lomos de un inesperado y fructífero vendaval, es posible que me distraiga un tanto en el camino con las cosas prosaicas que conforman mi vida. Así que, sí, tranquila, me encuentro bien. Creo que viviré mucho tiempo.
2 Comentarios
Nonazo
2/8/2016 10:30:29
Lo que son los pasos del proceso para llegar a una cima, los llevamos estupendamente. Eso es lo que importa, el camino. Pero vamos, que si viniera un vientecillo a favor...
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Monti
2/8/2016 11:23:51
Sería fantástico para este buen hombre del relato. ;-)
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Agosto 2018
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